Parte 1: Me llamo Chon
No tengo un nombre como el de Madonna,
ni tengo un cuerpo como el de Pilar Rubio. Pero hay algo que tengo
que no tiene nadie más: mi experiencia sexual.
Encantado de conoceros a todos, me
llamo Chon, y soy concejala de asuntos sociales del ayuntamiento de
Madrid, o al menos lo era, ya que ahora estoy en la cárcel. ¿Queréis
que os cuente cómo ocurrió todo? Pues aquí va la historia.
Yo llegué una mañana más al
ayuntamiento. La gente estaba muy nerviosa ya que en dos días serían
las elecciones municipales, y mi partido estaba muy nervioso por si
no era elegido de nuevo.
Hice lo que siempre hacía nada más
llegar al ayuntamiento, me sacaba un sándwich de la máquina del
pasillo tercero y me iba a la mesa de Pilar López, pero no de Ayala.
Es mi secretaria, y una gran amiga íntima.
Estuvimos hablando y me contó que el
presidente del parido, Don Renaldo Ortega, estaba nervioso pero por
algo más que por las elecciones: por una amante.
Yo me quedé muerta al escuchar lo que
Pili me había contado. ¡El presidente tenía una amante! O igual
era un rumor falso, porque el último era que las colillas de los
cigarros desaparecían solas, y en realidad era Son, la de la
limpieza, que se las llevaba para dárselas a unos vecinos de su
barrio.
Yo terminé de hablar con ella y me
fui a mi despacho pero se me quedó ese run run en la cabeza y decidí
hacer algo: averiguar si realmente el presidente tenía una amante o
no.
Por ello me puse a pensar una excusa
buena para ir a su despacho, y en una hora solamente se me ocurrió
pedirle un lápiz.
De ese modo fui al despacho no sin
antes ver a Ricardo, su secretario, que nada más verle me imaginé
ponerle a cuatro patas sobre su mesa y meterle el lápiz que me iban
a dejar por el culo. ¡Madre mía!
Después de una de mis habituales
fantasías sexuales, y de salir del baño, entré en el despacho del
presidente del partido.
Todo parecía normal, aunque yo diría
que demasiado normal para ser verdad. Le pedí el lápiz y salí del
despacho, pero justo cuando salí escuché que estaba haciendo una
llamada de teléfono.
Después de eso decidí averiguar si
realmente el rumor era falso o verdadero por lo que tracé un plan
con Pili.
Por la noche nos colamos en el
ayuntamiento y fuimos hasta la sala de seguridad. Allí encontramos,
además de al de seguridad durmiendo, las cintas de seguridad.
Nos pusimos a mirar las de la entrada
por la mañana pero no encontramos nada hasta que una mujer que no
conocíamos de nada, rubia y joven, había entrado a las 09:13 y
había salido a las 09:25. Tenía que ser ella y yo iba a
averiguarlo.
La historia no acabó aquí, pero
ahora tengo que ir a mear así que os la contaré después.
Parte 2: La amante
¡Anda! ¡Si seguís aquí! Pues nada
sigo contado esa historia que os estaba contando, la cual es la
culpable de que yo esté ahora mismo en la cárcel.
Después de descubrir Pili y yo que
una mujer había estado por la mañana en el ayuntamiento, decidimos
averiguar si al día siguiente volvía a la misma hora por lo que
madrugamos un poquito más y fuimos al ayuntamiento.
A las 09:08 minutos la misma mujer
entró en el ayuntamiento. Pili intentó hablar con ella pero no la
hizo caso y se montó en el ascensor rumbo al piso 8: el del alcalde.
Yo, como mejor podía, subí corriendo
las escaleras pero me quedé en el sexto piso pidiendo casi a gritos
una botella de agua. La misión había sido un fracaso.
Cerca de las 14:00 horas, el alcalde
salió del ayuntamiento para ir a comer fuera, cosa que no hacía
normalmente. Por ello Pili y yo trazamos un nuevo plan.
Yo me quedé fuera con Ricardo
entreteniéndole mientras Pili se colaba en el despacho. Cuando
Ricardo tenía que entrar en el despacho porque Pili estaba haciendo
mucho ruido le cogí le até a la silla y comencé a hacerle
chupetones en el cuello.
Cuando Pili salió corriendo del
despacho me fui con ella. Había conseguido el lugar al que había
ido a comer. Salimos del ayuntamiento y cogimos un taxi a cuenta del
ayuntamiento.
Cuando llegamos le vimos salir solo,
era raro. Pero justamente al final de la calle se encontraba la
mujer. Pili hizo unas fotos: ¡teníamos alguna prueba!
Como la cámara era de las antiguas,
tuvimos que esperar a que se revelasen que sería: ¡al día
siguiente una hora antes de las elecciones!
No dormí casi en toda la noche de los
nervios. Al día siguiente fuimos a recoger las fotos y fuimos lo más
rápido posible al pleno del ayuntamiento.
Allí entré y me puse a decir en alto
lo de la amante del alcalde esperando que solamente estuviese él y
no cerca de 400 personas y muchos medios de comunicación.
Entonces los de seguridad me
detuvieron por muchos delitos, como el de Ricardo. ¡Eso no fue nada!
Esa es la historia. Creo que desde
entonces me llama la gente la concejala antropófaga, pero tengo que
salir de aquí cómo sea.
¡Anda! Me acaban de informar de que
alguien ha pagado mi fianza. ¡Pili! ¡Ha sido Pili! Ya era hora.
Me toca volver a casa. Nos veremos
pronto, o eso espero.
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